Alan Moore: “Reniego de casi el noventa por ciento de mis cómics. No volveré a ellos”

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Alan Moore: “Reniego de casi el noventa por ciento de mis cómics. No volveré a ellos”

Alan Moore: “Reniego de casi el noventa por ciento de mis cómics. No volveré a ellos”

Cuando Alan Moore (Northampton, Reino Unido, 1953) anunció que dejaba el mundo de los cómics, muchos lectores perdieron toda esperanza de volver a saber de él. El guionista británico, reconocido por trabajos como Watchmen, V de Vendetta o La liga de los caballeros extraordinarios, trató de calmar a sus fans adelantando que seguirían en contacto, pero de otra forma. Y esta vía parece que son las novelas.

Publicó la ambiciosa Jerusalén en 2022, sobre la historia de su población natal, Northampton, y recientemente acaba de llegar a las librerías de la mano de Nocturna Ediciones El gran cuando, la primera la primera entrega de cinco de la saga que ha bautizado como Londres eterno y que tiene como protagonista a un joven librero que descubre un portal a un Londres mágico. Una versión alternativa de la ciudad donde la realidad y la ficción se entrelazan.

Hace un tiempo anunció su retirada del mundo de las viñetas. ¿Estaría abierto a que otro artista adaptara sus novelas a cómic?

Me temo que no. Hace tiempo que reniego de casi el noventa por ciento de mis cómics. No volveré a ellos. Esta última saga se ha concebido como una serie de novelas y, para ello, utilizo todas las técnicas propias de la prosa. Por ello, cualquier intento inútil de convertirlas en novelas gráficas se llevará a cabo a mi lado, y espero que ni siquiera así.

Sí que, sin embargo, esta trama dará el salto a la televisión.

Recientemente firmé contratos para una posible serie de cinco temporadas con una productora impresionante llamada Playground, que presentó las espléndidas adaptaciones de Wolf Hall (En la corte de l lobo), de Hilary Mantel, y, obviamente, cuenta con una producción impresionante y un ojo escrupuloso para los detalles de época.

La historia se ambienta en el Londres de 1949.

Quería que esta saga comentara indirectamente nuestro siglo y las circunstancias actuales, examinando las últimas décadas del siglo anterior y estudiando los pasos históricos y culturales que nos llevaron a nuestra situación actual. Decidí que Londres, tras la conmocionada Segunda Guerra Mundial, podría ser un punto de partida ideal para tal relato.

¿Por qué motivo?

El inicio de nuestra era moderna tardía se produjo en 1945 con el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, lo que marcó el comienzo de una nueva era de ansiedad global y todas las repercusiones ambientales, políticas y económicas que ello trajo consigo. En la posguerra, Inglaterra se vio acosada por una profunda y peligrosa división de clases, dudaba sobre su pertenencia a algún tipo de Unión Europea y comenzaba a ver a sus primeros inmigrantes antillanos y, en consecuencia, los primeros indicios de una reacción racista. Así pues, prácticamente igual que ahora, pero sin IA.

Crea un nuevo protagonista: Dennis Knuckleyard

Hace unos años, me desperté de la risa y me vino a la cabeza un nombre, Dennis Knuckleyard. El apellido significa ‘nudillos’. Lo anoté, sabiendo que me sería útil como nombre para algún personaje en el futuro, aunque no tenía ni idea de quién era. Parecía el nombre de un hombre inglés de clase trabajadora, posiblemente de una época anterior a la nuestra. Al principio, pensé que podría pertenecer a un personaje rudo. Poco a poco, empecé a percibirlo como un individuo cómicamente desafortunado y desventurado, para quien su inusual nombre —que no se encuentra en ningún anal del mundo— siempre había sido motivo de burla y vergüenza. Básicamente, salió de mis sueños y apareció en mi libro.

¿Cree que hubiera aparecido sin su experiencia previa como guionista?

Tal vez sí, pero habría sido un libro diferente. Soy más consciente ahora de los pasajes visualmente descriptivos porque sé que ya no habrá un dibujante que los interprete.

En el rotativo The Guardian criticó al fandom. Hablaba de su “estancamiento emocional” al hacer cola para ver películas de superhéroes o leer sus cómics.

Advertí ya en 2013 que ese público era el posible precursor del populismo de extrema derecha. Veía esta infantilización masiva como una retirada de la responsabilidad adulta. Quienes no se sienten en control de sus propias vidas, suelen estar deseosos de ceder el control a un líder “fuerte”, incluso tiránico. ¿Le suena?

Una etapa cerrada con llave y candado

Alan Moore ha dicho adiós varias veces a lo largo de su carrera. La primera vez que anunció que se retiraba del mundo del cómic fue en 2016. Quería dedicarse al cine y a la literatura, y lo hizo, aunque regresó poco después al mundo de las viñetas. En 2019 hizo un segundo anuncio y parece que esta vez va en serio. “Que corporaciones tóxicas me arrebataran la mayor parte de mi propiedad intelectual fue sin duda un gran incentivo pero, más que eso, mi asco a todo llegó por lo que se ha convertido la industria del cómic, con un número de lectores cada vez menor, compuesto por una buena cantidad de incels reaccionados y amargados”, lamenta a La Vanguardia.

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